BIENVENIDOS...

Actually, for some time now I have given some thought to opening a film school. But if I did start one up you would only be allowed to fill out an application form after you have walked alone on foot, let’s say from Madrid to Kiev, a distance of about five thousand kilometres. While walking, write. Write about your experiences and give me your notebooks. I would be able to tell who had really walked the distance and who had not. While you are walking you would learn much more about filmmaking and what it truly involves than you ever would sitting in a classroom. During your voyage you will learn more about what your future holds than in five years at film school. Your experiences would be the very opposite of academic knowledge, for academia is the death of cinema. It is the very opposite of passion”

Werner Herzog…

jueves, 11 de marzo de 2010

Espantajo...

Estoy quebrado, No hay trabajo.
Hace tres meses me mandaron los tipos de la oficina al carajo. El desayuno desde entonces ha consistido en un feliz diario, una gacetilla local en la cual se publican los anuncios oportunos. Desafortunadamente a todos les parezco inoportuno.
El papel y la tinta me tienen empachado, no “hay con que” ir al baño.
Mí suerte emula el gris mugroso y apestoso del periódico.
Martes 13, hoy ha aparecido un anuncio que parece convenirme:
“Solicito espantajo, prestaciones de ley, un día de descanso, capacitación y oportunidad de asenso”.
Recorté torpemente el anuncio, me puse mi viejo saco de pana, el de los codos parchados y me fui para la dirección que el anuncio ofrecía.
Toqué el timbre, abrió una mujer gorda con tubos gigantescos en su no más pequeña cabeza. Era una negra hosca iniciando los cuarenta. Ojos castaños drenados, secos.
Antes de poder hablarle, dijo con un ronquido vomitivo entre.
Lo hice. Lo siguiente que escuché: Está contratado, vaya al patio.
Desfilé con la dignidad indigna del empleado. Un corredor angosto y largo. Mi cabeza asume su forzosa posición agachada. El ritmo de mis viejos zapatitos me acondiciona, me adormece...
Afuera. Un letrerito oxidado pintado en rojo biológico enuncia: “Huerto de quimeras”. Me sequé el último sudor de la frente. Me bajé las mangas, hundí mis hombros y me subí a la cruz que me anhelaba.
Me puse el sombrero de paja...

Entramos hasta lo más recóndito, mi mujer y yo. Nos aunamos a la atestada sala de espera. Vimos por la ventana que un hombre era atacado por hermosos cuervos azulados. Interpelamos a toda la sala. Nadie dijo Nada. Grité. ¡Pero si le están sacando los ojos con saña!...
La corpulenta patrona replicó, después de un prolongado tosido arrobado, No importa, el que está ahí colgado, no es más que un simple espantajo...


Luis Javier Pedraza…

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